Una tradición oral entre las comunidades criptojudías mantuvo versiones fragmentadas y alteradas de algunas oraciones tradicionales en español y frases en hebreo transliterado. Leen el "Antiguo Testamento" en Biblias católicas para conocer mejor la fe de sus antepasados. Sin embargo, los criptojudíos en México y otros lugares también confiaron en un cuerpo de poesía y oraciones religiosas creadas dentro de su comunidad, que los conectaba con el judaísmo. Dado que los criptojudíos mexicanos debían ser vistos como católicos practicantes, los poemas y oraciones sólo se recitaban en privado. Los niños, que en muchos casos eran criados como católicos, eran excluidos hasta la edad adulta, porque inocentemente podían revelar su identidad judía. La difusión de estas prácticas religiosas en el dominio público trajo graves consecuencias. A pesar de su cautela, muchos fueron expuestos por sus sirvientes y parientes aparentemente católicos y fueron acusados de judaizantes, juzgados por tribunales, torturados y martirizados por la Inquisición. Los individuos sospechosos de ser judaizantes eran llevados ante el tribunal para ser interrogados, donde tendrían que calcular si debían confesar y, en caso afirmativo, qué acciones. A menudo insatisfecha con las entrevistas iniciales, la Inquisición mexicana retiraba a los acusados y los mantenía en prisiones, financiadas por la familia del acusado, durante el tiempo necesario para determinar la validez de sus declaraciones. El encarcelamiento podría extenderse a meses y años, y muchos de los acusados morirían en prisión antes de que se resolvieran sus casos. Otros fueron torturados, o peor aún, sus familiares podrían ser acusados por la Inquisición de cargos corolarios, encarcelados y torturados. Aquellos que confesaran prácticas judías menores podrían ser multados con fuertes multas y luego procesados en grandes eventos públicos conocidos como auto de fe. A partir de entonces, las autoridades los vigilarían durante el resto de sus vidas y, a menudo, los llevarían nuevamente ante el tribunal. Otros tuvieron menos suerte y fueron condenados a ser quemados en la hoguera. Los inquisidores fueron meticulosos a la hora de recopilar información culpable de los testimonios. Esparcidos a lo largo de las transcripciones del juicio de la Ciudad de México hay poemas religiosos y oraciones que los criptojudíos crearon o retuvieron. Los inquisidores obligaron a los prisioneros a cantar o recitar los poemas y oraciones durante el testimonio en audiencia pública como parte de su confesión. Los inquisidores presentaban frecuentemente estos textos como prueba contra el acusado.